Caminamos a través las sombras de la vida, buscando el camino. Nuestros corazones anhelan una chispa que nos abracen, un faro en la noche. Y esa luz, ese resplandor constante, es el Espíritu Santo: La Luz del Mundo que ilumina nuestro camino. El calor de esta luz nos desvela, mostrándonos la belleza a cada instante. Nos alenta a vivir con amor